¿Por qué te pasas la vida reservándote?

Nos pasamos la vida reservándonos. Sí, eso es. Reservándonos.  Lo hacemos con todo.

Reservamos nuestras mejores galas para momentos especiales, reservamos nuestras joyas para días contados, reservamos los manteles, las cuberterías, las copas más nuevas y bonitas para determinados eventos.

Reservamos nuestras palabras. Nos guardamos cosas que nos encantaría decir. Decimos te quiero, te amo, te echo de menos en muy pocas ocasiones.

Reservamos nuestras muestras de cariño, pocos abrazos, pocos besos, pocas muestras de amor hacia las personas que queremos y tenemos a nuestro lado.

Nos reservamos para cuando llegue el momento, nos decimos continuamente: «ahora no me atrevo a», «ya lo haré más adelante», «otro día», «el próximo año»…

Reservamos nuestro dones y talentos por culpa de un montón de miedos. En nuestro interior sabemos que tenemos esos dones y talentos pero solo nos permitirlos expresarlos en contadas ocasiones, no vaya a ser que nos expongamos demasiado y nos empiecen a juzgar.

Nos reservamos en nuestras relaciones. No nos entregamos por miedo a que nos hagan daño. Nos quedamos en tener conexiones con los otros y no nos abrimos a la auténtica entrega y al amor.

Nos reservamos en nuestros trabajos. No vaya a ser que brillemos mucho, nos envidien y nos dejen de lado.

Reservamos nuestro dinero. Para cuando vengan las vacas flacas, para las crisis, para cuando lleguen los problemas…

Nos reservamos. No nos entregamos a la bandeja de la vida como la llama Pablo D’ors.

«Y en realidad, solo somos aquello que expresamos».

Podemos tener una vida interior fabulosa y muy rica, pero si no la materializamos fuera, ¿de qué nos sirve?  Cuando más diferencia existe entre lo que eres por dentro y tu realidad, más frustración habrá en tu vida.

Y ¿por qué nos reservamos? ¿qué nos pasa?   La mejor manera de expresarlo es el discurso que pronunció Nelson Mandela en su toma de posesión como presidente de Sudáfrica en 1994 (cuya autoría pertenece a Marianne Williamson en su libro Volver al Amor)

«Nuestro miedo más profundo no es el de ser inadecuados.

Nuestro miedo más profundo
es el de ser poderosos más allá de toda medida.

Es nuestra luz, no nuestra oscuridad,
lo que nos asusta.

Nos preguntamos:
¿Quién soy yo para ser brillante,
hermoso, talentoso, extraordinario?.

Más bien, la pregunta a formular es:
¿Quién eres tú para no serlo?

Eres una criatura de Dios.

Jugar a ser insignificante no le sirve al mundo.

No hay nada inspirador en encogerse para que los demás no se sientan inseguros a tu alrededor.

Hemos nacido para dejar de manifiesto la gloria de Dios que hay dentro de nosotros.
Que no está sólo en algunos, sino en cada uno de nosotros.

Y, al dejar que nuestra propia luz brille, inconscientemente, les damos permiso a otros para que hagan lo mismo.

Al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia, automáticamente, libera a otros».

Nos reservamos. Siempre reservándonos para algo especial.   Pero ¿sabes? Lo único especial que tenemos es HOY.

HOY si es especial. Así que entrégate, entrégate a la vida.

Como dice Facundo Cabral:

¡Entrégate a la vida! 

Cuando entiendes que lo que llamas problemas son lecciones, comienzas a vivir saludablemente. Entrégate a la vida, que siempre es generosa, confía en su sabiduría, no interrumpas con tu pequeña cabeza su grandiosa tarea, déjala hacer, ella sabe qué hacer contigo, al fin y al cabo le perteneces.

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Estás aquí, estás ahora, aquí está tu vida, eres, existes, respiras, puedes ver, oler, sentir, tocar, decir, abrazar, amar.

Pero todo esto es HOY, y solo HOY. Aquí y ahora.  Mañana la vida dirá.  Quizá si…, quizá no…  ¿Te vas a esperar? ¿A qué? ¿Vas a seguir reservándote?

¡Entrégate! Entrégate a la vida.Entrégate a la vida.

 

 

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