La toma de decisiones es el proceso mediante el cual se realiza una elección entre diferentes opciones o alternativas.

Es uno de los procesos más «difíciles» a los que se enfrenta el ser humano. También es una de las tareas más importantes en nuestra vida.  Estamos todo el tiempo tomando decisiones, hasta tal punto que no tomar ninguna decisión y no ir en ninguna dirección también es decidir al fin y al cabo. Consciente o inconscientemente no dejamos de decidir.

Tomar decisiones nos cuesta porque implicar descartar opciones. Normalmente lo queremos todo o queremos lo «bueno» de todo y decidir implica rechazar determinadas opciones. Además está el tema de la incertidumbre, que es algo con lo que tenemos que aprender a vivir. El no saber qué pasará cuando arriesgamos no nos gusta, pero no queda otra. Todavía no somos adivinos ni tenemos bolas de cristal para ver el resultado de nuestras elecciones. Tenemos que aprender a decidir, poner el foco en la opción de la decisión, soltar la expectativa o resultado, no mirar atrás y dejar los diálogos interiores del tipo: ¿y si hubiera hecho X en vez de Y?… diálogos que nos quitan tiempo y energía.

Nuestro futuro a corto y largo plazo está determinado por esas pequeñas y también grandes decisiones, conscientes o inconscientes que vamos tomando cada día.

Te pongo un ejemplo de decisiones diarias de dos personas diferentes.

La primera decide levantarse pronto cada mañana, empezar el día meditando, con actitud positiva y llena de vitalidad. Va al gimnasio, ama su trabajo, cuida de su familia y amistades y cada día reserva tiempo para hacer algo especial (que puede ser una simple llamada) para cultivarlas. Se alimenta saludablemente para tener vitalidad y energía, conoce la importancia del progreso y emprende proyectos que le inspiran, lee textos que alimentan su espíritu, pasea cerca de la naturaleza, realiza actividades de contribución a la sociedad, baila, canta, ríe… vive con pasión. Esta persona DECIDE realizar todas estas acciones cada día. Muchas de estas cosas actualmente le salen solas, inconscientemente, ya son hábitos, son decisiones que tomó en su momento y que cada día decide mantener.

La segunda persona de la que te voy a hablar decide levantarse tarde porque también se acuesta tarde, comienza el día cansado despotricando porque ha sonado el despertador y maldiciendo tener que ir a trabajar,  su trabajo no le gusta lo más mínimo, pero tiene que ganar dinero para pagar las facturas. Se siente solo porque aunque tiene mujer, hijos y amistades no se siente comprendido por ellas y no siente que sus relaciones vayan bien, cree que nadie le entiende. Una vez que sale de trabajar, se sienta en el sofá a ver la tele y así se pasan unas cuantas horas. Su alimentación para nada es saludable, come con ansias para tapar su insatisfacción. Le da pereza todo. Le gustaría que su vida fuera diferente e invierte mucho tiempo en darle vueltas a esto, se siente muy frustrado e infeliz. Inconscientemente y conscientemente toma también un montón de decisiones.

¿Cómo crees que será el futuro de estas dos personas teniendo en cuenta el estilo de vida que cada día ellos deciden con sus elecciones?  ¿Puedes imaginarte cómo será su vida en cuanto a la salud, el dinero y el amor dentro de diez años?

Como ves, las pequeñas elecciones de cada día,  lo que escogemos hacer con nuestro tiempo es muy importante, ¿no crees?

Parece que la palabra decidir está reservada para grandes decisiones trascendentales en nuestra vida, pero realmente son todas esas pequeñas elecciones las que hacen que nuestra vida sea de una u otra manera.

Ya sabes que la felicidad no es más que un hábito o un conjunto de hábitos que se escogen cada día.

Te cuento esto y escribo este post esta semana porque estoy en un momento personal de toma de decisiones y lo reconozco, estoy hecha «un lío» hablando coloquialmente. Escribir sobre lo que me inquieta me aporta claridad.

CONFÍO, CONFÍO en la vida y sé que me irá llevando a donde toque y que probablemente todos los caminos me lleven al mismo destino, pero ¿cuál escojo?

Probablemente no importe porque cada uno de ellos tendrá sus «cosas» buenas y malas, pero a la mente le gusta «controlar». A la mente le gusta que las decisiones «cuadren» con lo que ella quiere, pero hay veces, que las decisiones que «chirrían» a la mente, tranquilizan al alma.

Siempre me ha gustado esta frase y la tengo presente: «Se dice que vas por el camino correcto, si a cada paso que das sientes la alegría de vivir».  Así siento que ES. Si siento alegría en el viaje, si disfruto con el mismo, si tengo claro que todo esfuerzo vale la pena porque es lo que me hace feliz, sé que voy por buen camino.

Y a ti, ¿te cuesta tomar decisiones?, ¿eres consciente de la cantidad de decisiones que tomas cada día?, ¿has tomado alguna «gran-pequeña» decisión que ha cambiado el curso de tu vida? ¿Te animas a compartirlas?

¡Un fuerte abrazo!

 

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